jueves, febrero 15

Aleteos y sueños lúcidos



Me pregunto qué hubiera pasado si todo aquel suspiro hubiera sido real, si la conexión hubiera aflorado y los elementos se hubieran alineado con las estrellas. Quizás la mariposa aleteó sus alas un segundo más tarde y la oportunidad se perdió en un mar de posibilidades. “Acompáñame fuera”, decía, “no te lo voy a contar aquí delante de todo el mundo.” Y le seguía como autómata, sin preguntarme qué sería o a dónde iríamos. Y entonces el miedo llegó, persiguiéndome y dejándome aislada en un rincón mientras reía y se iba de nuevo dentro, la mariposa había aleteado un instante más tarde y todo se había ido a la deriva. “Baja que no pasa nada” decía esa parte de mi cabeza que intenta siempre superar las adversidades. Por una vez hice caso, aunque la oportunidad se había esfumado, también en sueños. Y como empapada por una gran tormenta entraba en la casa para buscar el calor de su abrazo, que parecía ser correspondido hasta que abría los ojos. 
Siempre que abro los ojos la realidad me azota, vuelve a haber un parpadeo, un aleteo que cambia el destino. Siempre que abro los ojos me doy cuenta de que todo eran alucinaciones de una soñadora despierta.